Ahora entiendo, comprendo.
Conmigo jamás nadie vuelve a jugar.
¡Ojalá que te lleve el demonio!
Tu la tienes que pagar.
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Como tu no existen dos ♥
- ¡DIGAME!...
Es él. ¡Dios que metedura de pata!
-¿Qué te pasa nena?, pareces enfadada.
Estoy a punto de explotar. Tantas horas esperando una llamada, un mensaje lo que sea, y ahora…
Recapacito y pienso que su voz me calma toda la angustia del día y que prefiero escucharla un minuto que ninguno. Cuando colgamos el teléfono, me siento tan feliz y tan triste a la vez. Aguantaré hasta la siguiente llamada, hasta el siguiente mensaje, hasta cualquier cosa. Creo que tengo una adicción, una adicción a ti. Creo que necesito una dosis más a menudo. En caso contrario la angustia me consumirá.
Me acerco. Siento tu respiración, el latido de tu corazón cada vez más profundo. El espacio de tiempo que transcurre entre deseo y realidad me hace temblar. Son los momentos más mágicos de la vida de un ser. Te beso. El primer beso. El beso que por primera vez he llegado a sentir plenamente. Nuestras bocas se funden. Cuanto tiempo he esperado...cuanto tiempo hasta poder finalmente rozar tus labios, envolverme en un apasionado juego con tu lengua, involucrarme en ti, sentirme plena. La intensidad, el deseo, el afán, el anhelo, el capricho, la pasión… Todo a mí alrededor se desvanece. Solo tú y yo. Ingravidez. Me siento como una pluma orbitando en el universo. Nos fundimos en un solo ser. He rozado el cielo. He alcanzado un segundo de felicidad. Plena Felicidad. Nuestro primer beso. Inolvidable. Un rayo de sol entra por mi ventana. Abro los ojos. Me detengo. Parece que la realidad supera los sueños aun estando dormida. Cierro los ojos intentando volver. Y me quedo tumbada saboreando ese momento. Inolvidable.
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